Diríase que mueren los vivos
sufriendo
un anhelo.
Yo,
como ellos, he cruzado la línea roja
que
separa el bien del mal para nada.
Tú
estás en tu cenit
y,
de ahí, un viento cósmico no te mueve.
Feliz
como una libélula
te
lo pasas acróbata en el aire,
unas
veces, persiguiendo con ímpetu a una cometa
y,
otras, guiando a las almas
al
monte de la perdición o a donde tengan merecido.
Vuelas
alto, y a mí me la juegas
si
alzo un rosa para conmoverte,
e
inmutable, me haces lidiar por tu amor,
si
acaso, buscándole el secretismo
como
se le buscan tres pies a un gato.
Y
yo, que no aprendí a volar,
he
de arrastrarme hasta tu pedestal
rodeado
de fuego y hielo.
Cómo arruinar esta aspiración
en
otro intento frustrado;
tú
vendrás si quieres
a
coger la rosa y el beso
que
yo esperar no puedo.
El
tiempo es policía y a mí me persigue
y
no es prudente darle motivos
para
que te lea los derechos.
Cada
día, empero, me asomaré a tu mundo
a
verlas venir, a esperar que mires hacia abajo.
Mikel Luna 11/06/16 Amsterdam
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