— Bebe
pensando en mí.
Les Amants de Montparnasse.
Nadie da la talla
Saborear la
vida...
Olvidar el equipaje
adrede
en la habitación
de un hotel
y obviar el derecho de admisión.
Cambiar el nombre de
pila
y solicitar un número
certificando defunción.
Distraerse en interludios
para arrepentirse
de las decisiones
tomadas
y salir de la pecera de
cristal
en función de retocar los defectos adquiridos
de lo aprendido en la escuela de la vida;
morder un hueso al
materializar dichas acciones.
Viajar en el mismo
compartimento
que un asesino a sueldo
soportando una atmósfera bochornosa
o la
lluvia golpeando las ventanas…
Notar cómo se eriza la
piel
a punto de oír una extraña
confesión:
“Me urge la necesidad de
sujetar los impulsos,
no manifestar aquello
que guardo muy adentro
y entender lo que sabe
el acólito sin rostro
del caso rehén que nos
ocupa.”
Se abre un paréntesis silencioso.
Nadie da la talla
cuando el miedo
se adueña de la situación,
nunca nadie la dio...
Mereció la pena esperar tanto tiempo desde tu última entrada. Sin duda. Texto poliédrico, de los que me gustan. Imposible leerlo solo una vez
ResponderEliminarMereció la pena esperar tanto tiempo desde tu última entrada. Sin duda. Texto poliédrico, de los que me gustan. Imposible leerlo solo una vez
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